Relato I-La tribu


Caminaba sin poder levantar la vista del suelo. Todo el mundo me miraba y algunos se atrevían a arrojarme piedras o cualquier objeto que tuviesen a mano. Todavía no entendía muy bien como había llegado hasta esa situación pero estaba aterrado. Nunca imaginé que el fin fuera a llegar tan pronto y que ocurriera tan lejos de casa. Añoraba mi tierra, mis amigos, mi novia, el bar del barrio, las fiestas en verano, los días de barbacoa, todas esas cosas que las sientes como normales, como si fueran un derecho constitucional hasta que llega el día en que te vetan de todo. Ese día te das cuenta que aunque no hayas tenido una cantidad de 9 cifras en el banco, ni una casa de 500 metros cuadrados en la sierra, ni una modelo como acompañante, has vivido como un privilegiado. Has hecho lo que has querido, has vuelto a casa el sábado cuando tu cuerpo ya no podía asimilar mas alcohol, te has comprado un coche que pasa de tus posibilidades, etc... Has jugado con la libertad sin pensar en que un día, podría cambiarte por otra persona que estuviese realmente mal.

Pues ese día ha llegado. Hoy, no se realmente el día, pero algún día de agosto, me a tocado a mi, Daniel Mendez y mi libertad ha sido reemplazada por unas cuerdas que no dejan moverme ni de pies de ni manos. Intento adivinar donde estoy pero no lo reconozco. No se cuanto tiempo llevo aquí y me duele mucho la cabeza. ¿Y mis amigos? Me gustaría creer que están detrás del siguiente árbol y que cuando pase les veré retorciéndose de risa por los suelos mientras se burlan al ver mi cara de pánico. Nunca me ha gustado que se rían de mí, pero ese día pagaría porque lo harían. Pero mi suerte también se ha ido. Esto no es como en las películas en el que en el último instante, cuando ya nadie creía que se iba a salvar, ocurre un milagro y consigue escapar del peligro, o rescatar a la doncella. Hollywood, el mundo de los sueños que hacen que llegues a creerte ese superhéroe capaz de derrotar al mismísimo superman, y quedarte con la chica deseada por todos, en estos casos no sirve de mucho.
Me atrevo a levantar la cabeza y me sorprendo al ver que la gente me observa. Estoy siendo transportado pero no atisbo a ver el destino. Poco a poco voy recuperando la vista, antes un poco nublada por un golpe que recibí en la cabeza, y consigo diferenciar a esas personas que permanecen quietas observándome. Nunca los he visto, de eso estoy seguro. Además, la indumentaria que llevan no es muy normal. Tienen la cara y el cuerpo pintado. Los hombres llevan taparrabos y las mujeres una pequeña falda pero no se han molestado en tapar sus pechos. Al mirar a mi izquierda, veo un hombre que anda al ritmo del carro. En ese momento empiezo a temblar al ver que lleva un sable en la mano.

La frente me suda pero no llegó a limpiármela porque no puedo moverme. ¿Que ha pasado? ¿Por que estoy allí? Tengo que recordar. Si hoy voy a morir, por lo menos que sepa porque. Pero me cuesta. El golpe en la cabeza ha debido producirme amnesia y espero que sea a corto plazo. Lo último que recuerdo con un poco de claridad es que hice un viaje de vacaciones con mis amigos a un pueblecito situado en Brasil. Vinimos aquí recomendados por unos compañeros de trabajo básicamente por dos motivos: el primero era que íbamos a disfrutar de la naturaleza al estilo más puro. Todavía existen muchos kilómetros de selva virgen, con sus secretos y también peligros por desvelar y es satisfactorio poder saciar el impulso de ese pequeño aventurero que todos llevamos dentro. El segundo motivo es por la fiesta y el sexo. Nos contaron que por el precio de un cubata en Madrid, allí tienes para emborracharte toda la noche y por pocos euros puedes llevarte a varias mujeres contigo a intentar hacer realidad ese sueño que siempre has tenido.

En definitiva que al final cogimos un avión y en Brasilia, nos esperaba un taxi para llevarnos a nuestro hotel. Nos sorprendió mucho la pobreza que reinaba en torno al hotel. Siempre estas al tanto de todo por medio de los telediarios pero nunca llegas a hacerte a la idea de verdad hasta que no estas allí.

En ese momento algo me hizo abandonar mis pensamientos para volver al mundo real, al mundo en el que no deseaba estar. El hombre del sable, estaba intentando comunicarse conmigo pero no conseguía entenderle. No parecía tener cara de muchos amigos y aunque estábamos al lado, los decibelios de su voz superaban con creces el de una discusión rutinaria. Le dije varias veces que no le entendía pero creo que el tampoco conocía mi idioma. Echando un gran escupitajo al suelo, el hombre continuo andando a la par que el carro jurando en su idioma.

La gente continuaba mirándome. Había hombres, mujeres, niños y ancianos de todas las edades. Pero todos estaban en silencio, ninguno hablaba con nadie y cuando el carro pasaba a su altura, agachaban la cabeza. Intente darme la vuelta para observarles una vez rebasados pero un dolor agudo hizo que me cuerpo se arqueara formando una figura difícil de repetir. Había sentido algo a la altura de los riñones. Al girarme para ver que me había golpeado, el hombre del sable me miraba con una mirada de odio extrema. Ahora el sable estaba en posición de ataque y de su boca resplandecía una enorme sonrisa. No pude soportarlo y aparte mi mirada por el miedo a una posible represalia. Me sorprendió ver que junto mi pierna había una piedra del tamaño de una manzana. Estaba claro que esta gente no funcionaba con las leyes de Europa occidental y sabía que tampoco iba a ser juzgado dignamente. ¿Pero que iban a hacer realmente conmigo?

Sin darme cuenta, volví a sumergirme en mi subconsciente, intentando averiguar mas cosas de porque estaba allí. Después de llegar al hotel, me acuerdo que en recepción nos dieron un panfleto explicándonos las reglas a seguir en la selva. La gente quizás no se de cuenta, pero si vas a un país con muchas barrios pobres y con una gran jungla aun por descubrir, hay unas reglas que debes seguir para que no te roben, te pierdas ni mueras por la picadura de un desconocido insecto. También nos dieron las llaves de un jeep, que nos llevaría al punto de inicio de la excursión. Sin perder un segundo, subimos a la habitación y lo primero que hicimos fue darnos un baño, allí hacia un calor espantoso, que se te pegaba a la piel siendo casi imposible liberarte de el. Al de 30 minutos, quedamos en recepción y como mis amigos ya habían empezado la fiesta con cervezas, me tocó conducir a mí. Creo que ya estaba cerca de saber que nos había ocurrido pero mis recuerdos volvían poco a poco, como si tuvieran miedo de volver todos a la vez y descubrir entonces lo que realmente había hecho. Tenía la intención de continuar investigando pero el carro se paró de repente.

Hasta ahora, había sido conducido por la mitad de la calle del poblado, pero ahora parecía estar en medio de la plaza. Estaba totalmente llena de gente y al contrario que antes, la gente no paraba de hablar. Algunos cantaban mientras otros, realizaban un baile extraño en el que las palmas eran el único instrumento. El hombre del sable, ya no se encontraba al lado del carro, ahora estaba solo, en el centro de toda esa gente que no conocía y peor aún, que no sabia que iban a hacer con él. No podía más, estaba muy nervioso y me sentía igual que si estuviera encerrado en un ataúd. Deseaba cerrar los ojos y que al abrirlos de nuevo, esa gente se habría ido pero como había pensado antes, eso solo pasa en las películas. De repente, se hizo el silencio. Fue tal el cambio de ambiente, que se me pusieron los pelos de punta. Descubrí que uno de los peores castigos que puede existir es no saber nada. Tu imaginación empieza a traicionarte y cualquier movimiento o acción hace que te pongas alerta a lo que pueda venir. Es un sensación agónica en el que lo único que deseas es que todo termine.

Del fondo de la plaza, se hizo un hueco. Un hombre viejo, con todo el cuerpo pintado y con un palo con plumas en su punta hizo aparición. Si le hubiera visto en mi ciudad, hubiera pensado que era un jodido loco. Saliendo de la nada, el hombre del sable se le acercó y le empezó a hablar al oído. El hombre, que debería ser el jefe, no movía ni un músculo y su mirada era toda dirigida a mí. Cuando el hombre terminó de hablarle, el jefe, se limpió el sudor de la frente con su mano libre y tras permanecer quieto durante un minuto, se dirigió con paso no muy rápido hacia donde yo me encontraba.

Cuando llegó a estar a un metro de mí, se paró en seco y comenzó a hablarme en el mismo idioma que lo había intentado antes el hombre del sable. Yo, al igual que antes, intenté expresarme con gestos, indicándole que no le entendía. Entonces, él sonrió y me estremecí al ver su diabólica sonrisa. Nunca había visto nada igual, ese hombre no tenía cuatro colmillos como el resto de personas, todos sus dientes eran colmillos. Parecía que se los hubiese afilado uno a uno hasta lograr esa imagen capaz de estremecer al mayor asesino. Tenía ganas de llorar y a la vez de morir ya. Contra antes pasase, menos sufriría. El hombre miró a su derecha y e hizo un movimiento con la mano. Segundos después, entre toda la multitud apareció otro hombre dirigiéndose hacia nosotros. El miedo se esfumó como un rayó de mi cuerpo mostrando una leve sonrisa. La persona que se dirigía hacía mi era blanco y vestía del mismo estilo que yo. Debía ser europeo y sino norteamericano pero una cosa estaba clara, no era de la misma raza que el resto. Al llegar a mi lado, intercambió unas palabras con el jefe y después se giró hacia mí.

- Do you speak English or France, Spanish, Chinese?- me preguntó siendo la primera frase que entendía desde que me despertará en esa pesadilla
- Spanish, spanish- le dije alegre de poder comunicarme con él.
- Hombre, español. No soy muy experto pero viendo tu acento diría que eres europeo, ¿no es cierto?
- Si, soy de España. He venido de vacaciones con mis amigos y no se como me he despertado aquí sin saber que ha pasado.

El traductor, debió de traducirle al jefe lo que le había dicho. Después una pequeña espera, volvió a hablar.

- Me llamó Gabriel y estás en el poblado de los ‘makues’. Y tengo que decirte que no te encuentras en una buena situación.
- ¿Por qué? ¿Qué ha pasado? ¿Qué he hecho? Solo he venido de vacaciones a descansar unos días y me gustaría volver a mi casa.- dije temblando después de escuchar lo que acababa de decir.
- Yaa- se frotó la barbilla con una mano. A los españoles, os gusta mucho venir por aquí debido a que el alcohol y las mujeres son muy baratas. Así podéis emborracharos hasta donde queráis y como vosotros decís, follar hasta que estáis cansados. Pero no os dais cuenta de que a veces el alcohol os juega malas pasadas y toda acción tiene su consecuencia

Estas palabras me hicieron estremecerme más de lo que había hecho el hombre del sable. ¿Por qué decía eso? No habíamos hecho nada malo o eso creía.

- ¿Te importaría decirme porque estoy en una jaula con las manos y los pies atados?
- Claro, es lo justo. Vas a ser juzgado por asesinato- la gente del poblado no entendía español pero tras decir esto, parecieron enloquecer y empezar de nuevo a chillar hasta que el jefe levantó una mano y todos callaron.
- ¿Asesinatooo? Creo que os estáis equivocados. Yo he venido de vacaciones y no he matado a nadie. – no podía creérmelo, pero esto se estaba yendo demasiado de las manos.
- ¿Ves a ese hombre que tiene pintado un lobo en el pecho?- le dijo indicándole.
- Si, lo veo- contesté.
- Pues has matado a sus hijos. Tan solo tenían 6 y 7 años. Se encontraban jugando con otros niños en la jungla cuando apareciste tú y tus amigos con un jeep. ¿te acuerdas?

Esas palabras hicieron estremecerme. No podía ser. Los últimos recuerdos estaban aflorando y no eran nada buenos. Él conducía el jeep mientras sus amigos cantaban y chillaban ya un poco bajo el efecto del alcohol. Debían de haber empezado en el avión porque no eran de esos de estar piripis tan solo con una cerveza. Hubo un momento en el que Carlos, empezó a molestarme y al final se me tiró encima. Eso me hizo perder el control y tras chocar con algo, oímos un fuerte golpe, volcamos y debimos dar varias vueltas de campana. Esa era lo último que recordaba.
Miré a Gabriel con la esperanza de que lo que me había dicho fuera broma pero no fue así. Parece como si le hubiera escuchado sus pensamientos:

- Antes de volcar os llevasteis por delante al pequeño y metros después, el otro hermano fue totalmente aplastado por el jeep.

Estas palabras me hicieron palidecer, no podía ser cierto. Empecé a tener ganas de vomitar pero tan solo pude deshacerme de algunos fluidos. Hace un par de días llevaba una vida normal, con un trabajo, una novia que le quería y ahora era un asesino, lejos de casa e iba a recibir su merecido.

- ¡Lo siento! Fue un accidente. Yo no soy un asesino, ¡te lo juro!
- Te creo, pero así sois los occidentales. Os creéis los dioses, pensáis que por tener dinero en un lugar con pobreza podéis conseguir y hacer lo que queráis sin consecuencias. Y solo pedís perdón cuando os veis de mierda hasta el cuello, se dice así, ¿no? Pues lo siento, pero aquí, como en tu país, hay unas leyes y has de cumplirlas.

El jefe y Gabriel volvieron a intercambiar palabras. Cuando acabaron, el jefe se dio media vuelta y se sentó en un sillón que le habían colocados sus súbditos.

- ¿Dónde están mis amigos?
- Da igual donde estén. Tendrías que preocuparte por ti amigo, que lo tienes un poco difícil.
- Me da igual, quiero saber donde están. Si les habéis hecho algo, decírmelo por favor.- grite desperado. No estaba en condiciones de gritarle pero quería pensar que ellos estarían buscándome para llevarme a casa
- Está bien. No quería hacerte pasar por este trago pero tú me lo has pedido.- se alejó hasta la orilla de la plaza y habló con 2 hombres que enseguida desaparecieron.

Al de un par de minutos, volvieron a aparecer portando una caja entre los dos. La caja debía ser del tamaño de un televisor de plasma de 32 pulgadas pero con un poquito mas de fondo. No entendía nada, si estaban intentando meterme miedo lo habían conseguido hace ya rato. Cuando llegaron a mi lado, dejaron la caja en el suelo y volvieron por donde habían venido cruzándose con Gabriel.

- ¿Qué es esto?- le pregunté con ira
- ¿Sabes? Me caes bien, me pareces una persona sensata y educada y esto me gusta tan poco como a ti pero es lo que querías ver- dijo mientras levantaba la tapa de cartón.


Un olor nauseabundo invadió la jaula haciéndome llevar las manos a la nariz para evitar vomitar. Olía a carne podrida. Sin quitarme la mano de la boca, dirigí mi mirada al interior de la caja. Lo que vieron mis ojos fue lo más asqueroso que he visto en mi vida y tuve que girarme para no vomitarme en las piernas. Esto tenia que ser una pesadilla, no podía ser real, era demasiado incluso para una película así que me pellizque con todas mis fuerzas en el brazo y tuve que hacer un esfuerzo para no chillar. Era real, mis amigos habían sido descuartizados y descansaban en la pequeña caja que le habían acercado. ¿Cómo podían haber hecho eso? Haciendo un esfuerzo y sin saber muy bien porque, volví a mirar a lo que quedaban de sus amigos. Distinguí la cabeza de Carlos, tenía los ojos cerrados y le faltaba un trozo de mandíbula. También pude ver pies cortados a la altura de los tobillos, brazos, manos pero también se apreciaban órganos desprendiéndose del cuerpo. No pude más y rompí a llorar implorando a Dios que me perdonará. Pero Dios en ese momento se encontraba ocupado con otros asuntos siendo así ignoradas mis plegarias.

- Vamos, el juicio tiene que comenzar. El pueblo está impaciente.- le dijo Gabriel.
- ¡Estáis locos! ¡Putos locos! ¿Y me llamáis a mi asesino? ¡Deberíais estar todos en un puto psiquiátrico!- ya no pude más y explote lo que no sentó nada bien al jefe que con tan solo mover las manos, aparecieron en escena dos hombres altos y fuertes. Parecían recién salidos de un gimnasio y no tenían cara de hacer amigos.
- ¿Y ahora que? ¿Cómo son los juicios en este puto pueblo? ¿Voy a poder defenderme o me voy preparando?
- Se que estás molesto pero la vida es dura y hay que acatarla. En algunos países te encarcelan por darte un simple beso por la calle. En otros las mujeres no pueden ir sin un hombre al lado y sabrás muy bien que en alguno de oriente, lapidan a mujeres por el simple hecho de casi hablar con un hombre a solas estando casada. Son diferentes culturas y ahí que acatarlas. Cuando vas de viaje a un país con otra cultura, tienes que estudiar sus costumbres para saber que no debes hacer. Tampoco creo que puedas reprochar nada porque en cualquier país te juzgarían por matar a dos niños, así que no piensen que somos raros. –le comentó Gabriel intentando hacerle comprender que no eran tan locos como pensaba.
- ¿Y que me dices de mis amigos? ¿Me estas diciendo que es normal, que la ley, coja a 3 personas indefensas, sin armas y tras un accidente no solo les maten, sino que les troceen enteros? – sabia que no tenia escapatoria así que tenía que sonar convincente.
- Quizás ahí tengas razón. No es lo común, pero te encuentras en la tribu de los ‘makues’. ¿Has oído alguna vez hablar de ellos?
- Pues no, ¿tendría que haberlo hecho?
- Quizás si lo habrías hecho, sabrías que habitan en la frontera de Brasil con Perú, en la jungla justo donde vosotros ibais a pasar unos días. Y si hubieras leído algo más, quizás no habríais venido.... –dejo sin terminar la frase
- ¿Por que? ¿Estáis en guerra? ¿Tenéis la puta peste?
- No, algo más simple aún. Es una de las pocas tribus del mundo que a día de hoy sigue practicando el canibalismo.

Me quedé blanco. Habría esperado cualquier cosa menos eso. ¿En que año vivía esta gente? ¿Había existido eso alguna vez? Había leído algo sobre este tipo de tribus pero pensaba que era un bulo como muchas otras cosas. No por favor, ¿Cómo puede permitir nuestro Dios este tipo de cosas en el siglo XXI? No podía creer la diferencia abismal que exilia entre cualquier país desarrollado y esta tribu. Parecía que seguían en la Edad media. Seguro que no tenían ningún electrodoméstico y menos aun, no sabrían ni lo que sería la electricidad. Pero al fin y al cabo, esto no es lo importante, ya que cada pueblo vive a su manera pero ser caníbal...

- ¿Y ahora que? ¿Me vais a comer?- pregunte muerto de miedo
- Siento decirte que sí. Desde hace siglos, la tribu ha adaptado el canibalismo a su cultura pensando que así, absorberían la fuerza y el espíritu de la persona ingerida.
- ¿Pero que gilipolleces son esas? ¿No veis que eso es una tontería? – el miedo hacía que dijera este tipo de cosas que no le iban a ayudar nada.
- Se que no lo vas a entender. Esto en tu cultura sería portada en todos los periódicos y televisiones. Aquí sin embargo, saben lo que hay pero nadie dice nada. Lo único que tienen que hacer es no acercarse demasiado.

Ya no sabia que decir, no tenia ganas de hablar, de todos modos, ya nadie me iba a salvar. Si esto fuese una película, ahora sería el momento de que apareciesen los geos, Tarzán o el mismismo Rambo y se cargará a todos con una metralleta y un par de granadas pero como he dicho antes, esto es la vida real, donde por lo general, siempre que puedan, te van a dar por culo y pocos van a mover un dedo por ti.
En ese momento, el jefe, ya cansado de tanto esperar, hizo otra señal y los hombres avanzaron hacia mí. La gente, empezó de nuevo a gritar y a armar bullicio. Eso les gustaba, no había duda.

- Lo siento Daniel, de verdad que me hubiera gustado que esto hubiera salido de otra manera pero no ha podido ser. Lo único, ya que vas a morir, te tengo que decir una cosa. Aunque el pueblo es caníbal, siempre se comen la carne una vez muerta la persona. Pero esta vez no va a ser así.
- ¿Queeee? ¿Qué me van a comer vivos? ¿Pero estáis locos? Joder, que preguntas hago, pues claro que si, sois unos putos chiflados de mierda- dije mientras el sabor de la muerte se apoderaba de mi.
- Lo siento pero es la ley, cuando alguien mata a un menor, merece un castigo y ese castigo es morir devorado vivo. Suerte en otra vida Daniel- dijo mientras se alejaba dejando paso a los dos fornidos hombres.
- ¡Que te jodan cabrón! Ojala te pudras en el infierno y te devoren todas las almas del diablo.
-
El hombre del sable, que había desaparecido de su vista durante toda la conversación, cortó las cuerdas que mantenían firme la puerta de la jaula. La puerta cayó hacia delante mientras los dos caníbales se acercaban rápidamente. Mire hacia la izquierda y luego hacia la derecha. No tenía escapatoria, sino me comían los dos hombres, lo haría el pueblo. Pensé en luchar pero solo había que verles para saber que de cien peleas, ganarían las cien. Ya solo se encontraban a tres metros de mí. Me arme de valor y decidí ponerme de pies mientras recibía un calambre en la pierna.

Levante la mirada al cielo y rece por mi familia y por mis difuntos amigos. Empecé a ver pasar mi vida como en una película. Mis primeros años en el colegio, mi primer entrenamiento a futbol, mi primera novia, mi primer polvo, las escapadas que hacia cada mes con mis amigos evitando las broncas de mis padres, mi primer coche y mi primer accidente al intentar fardar delante de aquella chica de cuarto. Y así seguí recordando hasta que note la primera punzada de dolor en las costillas. Grite con todas mis fuerzas pero no me dio tiempo a acabar ya que en ese momento el otro me mordía en el muslo. Intente desprenderme de ellos pero me tenían apresado como dos pitbull. Estuve a punto a desmayarme cuando el primero me arranco la carne de debajo de las costillas. Mire hacia abajo y pudo ver la parte inferior de mi pulmón. Me quedé mirando al primer caníbal para ver cual seria su siguiente movimiento pero se me olvidó que eran dos y el otro tiro de la carne que tenia apresada en sus dientes, desgarrándome todos los músculos del muslo. Me empezaron a temblar las piernas y la vista se me empezó a nublar debido a que estaba perdiendo mucha sangre muy rápidamente. Al final, no pude más y caí de rodillas. Sabía que me quedaban segundos de vida, quizás un minuto pero ya no tenia miedo. Estaba contento porque había tenido una buena vida y siempre había intentado hacer el bien. Así que mirando a uno de los dos hombres, sonrió y le dijo:
- ¡Que te jodan!

En ese momento, el otro caníbal que se encontraba a su espalda, le arrancaba la mitad del cuello de un mordisco certero muriendo al instante sin sufrir ni un segundo mas. Al ver el cuerpo sin vida, el jefe se acerco y con un cuchillo le cortó la cabeza para alzarla acto después en alto provocando el éxtasis del pueblo.
Posted on 1:19 by Abel and filed under | 2 Comments »

2 comentarios:

Ander dijo... @ 25 de octubre de 2010, 22:46

Sólo te ha faltado la moraleja: Aunque no bebas, coge un taxi, jeje

Según lo iba leyendo me iba imaginando la historia como el trailer de alguna película del tipo a Saw.
Por cierto, creo quedaría genial en un corto! Sobre todo los cambios entre la realidad y su pensamiento interno intentando recordar lo que pasó.. Bueno, al menos así me lo he imaginado yo, jeje

Buen relato! Luego me pongo con el otro, que parece menos 'gore', jeje ;)

Abel dijo... @ 26 de octubre de 2010, 8:50

Me ha sorprendido ver un comentario. Lo puse por tonteria pensando que no lo iba a leer ni Blas, asi que gracias mi querido lector.

El relato II es mucho mas light, intenté cambiarlo totalmente de tematica. Ahora estoy con otro pero está parado, no hay tiempo para todo.

Gracias de nuevo

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